Hace tiempo escribí sobre la importancia que tiene para mí hacer ver que, como estudiantes, somos los verdaderos responsables de nuestro aprendizaje y no los profesores, las escuelas o los materiales, cuya función real es actuar como guías. En dicha entrada, me dejé en el tintero mencionar qué me llevó a pensar de esta forma y por qué creo necesario buscar ser proactivos con nuestro propio aprendizaje, especialmente al superar el nivel elemental de un idioma.
En mi experiencia como estudiante y después como docente, he reparado en que generalmente entendemos el aprendizaje de una lengua como algo que nos debe ser facilitado o proporcionado, ya sea a través de un profesor, un libro de texto o un curso online, por poner unos ejemplos. Por un lado, se agradece tener algo o a alguien que pueda marcarnos unas pautas que seguir ante la abrumadora cantidad de información que hay disponible. Saber, además, que estamos guiados por el buen criterio de un profesor o de un manual, especialmente cuando se es principiante, nos da seguridad y confianza.
Pero, por otro lado, siento que como estudiantes nos acabamos acomodando a ese filtro que proporciona algo o alguien externo para saber qué es lo que necesitamos hacer para mejorar, cuando deberíamos buscar activamente nuestras propias guías y materiales a medida que avanzan nuestros conocimientos de la lengua en cuestión. De hecho, el Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas establece a un usuario como independiente desde que alcanza el nivel intermedio. Aunque realmente se refiere a que los estudiantes son independientes a la hora de entender y producir mensajes en un idioma extranjero, a mí también me sugiere que en este punto se es capaz de tomar un rol mucho más activo e independiente en el estudio y la adquisición de una lengua.
Sin embargo, el problema para mí no está en la falta de independencia de los estudiantes, puesto que es fácil pasar de un estudiante dependiente a uno independiente mediante las herramientas adecuadas, sino en la pasividad (consciente o inconsciente) que tienen muchas personas hacia el aprendizaje de lenguas. Nos apuntamos a clases esperando conseguir un cierto nivel; marchamos al extranjero esperando aprender por ósmosis; intentamos buscar el mejor profesor de un idioma esperando resultados por el mero hecho de asistir a clase. Este me resulta un enfoque especialmente dañino, puesto que aprender lenguas extrajeras requiere de dedicación y observación por parte del alumno, ambas completamente incompatibles con la inacción.
En estos años en los que he trabajado como profesora, también me he dado cuenta de que aquellos alumnos que consciente o inconscientemente acceden a contenido en otra lengua por su cuenta (es decir, que toman una posición activa en su aprendizaje) consiguen los mejores resultados. Al contrario de lo que muchos piensan, aprender lenguas no responde tanto a la inteligencia o al talento, sino al cambio de percepción de que el aprendizaje de lenguas, en lugar de ser algo que se consigue de forma pasiva, necesita de un rol activo. Los materiales y los profesores pueden facilitar la adquisición en mayor o menor grado, pero no hacen que tú aprendas sino que te ayudan a aprender.
Aunque los profesores o los materiales a los que tengamos acceso sean excelentes, debemos tener en cuenta que el protagonista real del aprendizaje somos en realidad, los alumnos. Sin alguien que quiera aprender, esos materiales y profesores maravillosos adquieren un papel completamente inútil.
Y cuando digo que el alumno ha de ser el centro del aprendizaje no pretendo para nada desprestigiar la labor docente, sino dejar claro que un estudiante puede aprender sin necesidad de un profesor, pero un profesor no puede enseñar sin un alumno. Por ese motivo, creo necesario que tomemos un rol activo y responsable con nuestro propio aprendizaje de lenguas: para alcanzar esos resultados que buscamos sin caer en la falsa idea de que necesitamos un material o un docente específico.
Para mí, el verdadero propósito de la educación es crear seres independientes y activamente implicados con su crecimiento y aprendizaje, también en lo referente a las lenguas extranjeras. Es una de mis visiones principales: aportar desde aquí mi granito de arena para mostrar que aprender una lengua extranjera no es tan difícil como algunos pretenden pintarlo, sino que simplemente necesitamos tener las herramientas adecuadas y la mentalidad adecuada para llegar a ello.