Auxiliar de Lenguas

Reflexiones sobre aprendizaje de lenguas extranjeras desde una perspectiva personal

Confieso ser de esas personas para las que el año realmente comienza en septiembre. No solo por ser el mes en el que nací, sino porque es también el que marca el inicio del curso escolar en varios países occidentales. Para mí, septiembre es un mes de reinicio, de creación de nuevos hábitos y de reflexión sobre las metas hacia las que quiero avanzar. Y otra cosa no, pero aprender y mejorar en todo lo posible siempre ha sido algo que me ha caracterizado.

 

Tanto es así que al empezar a trabajar como profe, cada vez que llegaba septiembre me preguntaba qué podía hacer para conseguir que tanto yo como mis alumnos tuviéramos el mejor curso posible. Esto no lo digo por creerme perfecta ni un modelo a seguir, simplemente llegué a la conclusión de que cuestionar mi profesión y lo que hago me ayudaba en mi desarrollo personal y profesional.

 

Después de un tiempo dándole vueltas, llegué a la conclusión de que para mí, un profesor es alguien que te guía a través de un camino que no conoces y te asiste en tu travesía para que puedas superar cualquier reto de forma óptima. Un profesor también es un poco como un GPS: se sabe todas las rutas, pero te lleva por la que cree que es mejor para ti según los parámetros que le introduces.

 

Claro que, antes de mostrarte la ruta, un GPS necesita saber adónde vas. Dicho esto, me gustaría detenerme en ello para comentarlo en profundidad.

 

Solemos saber por qué aprendemos una lengua: nos lo piden en la universidad, en el trabajo, creemos que será buena para nuestro futuro… Pero no es tan común definir a dónde queremos llegar con ella, ese momento en el que seamos capaces de decir “por fin lo he conseguido: sé/hablo/entiendo X”. Esto me lleva a cuestionarme lo siguiente: si no sabes hacia dónde vas, ¿cómo sabrás cuándo has llegado a tu destino? ¿Cómo puedes estar seguro de que el camino va a llevarte a tu objetivo o si, de lo contrario, estás desviándote cada vez más?

 

Quizá pienses que es parte del cometido de un profesor saber hacia dónde lleva a sus estudiantes, y tienes razón. Pero, para mí, no es incompatible con lo anterior: una cosa es que alguien sea capaz de orientarte durante parte de tu camino y otra que esa misma persona pueda determinar con exactitud la meta de tu viaje completo. Esto es lo que opino que no deberíamos de esperar que un profesor haga por nosotros. Teniendo en cuenta que los profesores ya trabajan para conocer la lengua que quieres aprender al dedillo, presentarla de forma que puedas asimilarla dependiendo de tu nivel y que te inspire a estudiarla, creo que no es justo responsabilizarles también de averiguar lo que quieres conseguir al final de tu aprendizaje. Porque puedes caer en responsabilizarle, consciente o inconscientemente, del éxito o fracaso de que aprendas una lengua extranjera, cuando aquí la persona verdaderamente interesada eres tú.

 

Los profesores están y deben seguir estando a disposición de sus alumnos. Deben inspirarnos, alentarnos y orientarnos con el fin de que consigamos llegar hasta nuestro destino en el aprendizaje de la lengua que elijamos. Pero, como estudiantes, es nuestra responsabilidad definir lo que queremos de esa lengua, colocar esa banderita de llegada que marca el final del camino donde veamos conveniente. Una vez que lo sepamos, será mucho más fácil determinar si lo hemos conseguido o no, si nos funciona el sistema que seguimos o no, si las clases se adaptan a nosotros o no. Será también mucho más fácil trabajar con un profesor para que nos ayude realmente a aprender esa lengua extranjera.

 

Porque, por largo y duro que sea el camino, si sabes hacia dónde vas acabarás llegando tarde o temprano.

 

Ni que decir tiene que esto es solo una reflexión desde mi punto de vista como estudiante de lenguas y que no es mi objetivo que la tomes como escrita en piedra. Si eres estudiante y no te habías planteado antes tu meta con la lengua que estudias, espero que esta reflexión pueda haber arrojado un poco de luz para que tu aprendizaje sea un poco más satisfactorio. Y si eres profe, no temas: no seré yo quien te diga lo que tienes que hacer ni cómo lo tienes que hacer. Es algo que odié en todo momento cuando trabajaba en Secundaria y sería hipócrita pretenderlo para ti. Simplemente, quería compartir mi visión de que el hecho de definir que quería ser guía para mis alumnos me ha ayudado enormemente en mi propio desarrollo profesional.

 

Seas profesor o estudiante (o ambas), me gustaría desearte un buen inicio de este curso 2020-2021. Ojalá sea este en el que descubras realmente allá donde quieres ir con tu propio aprendizaje.